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Trenes Argentinos, nuestros ferrocarriles por Leandro E Sciutto se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
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jueves, 31 de agosto de 2017

Un viaje en Larga Distancia


A Cordoba en tren
 
 
Las mejores opciones se deciden de un día para el otro. Caminar despacio no es demorarse, sino es pisar fuerte en cada acción.




Son las 20:50 de un 25 de Agosto del año 2017, vamos a unos 80 kilómetros por hora, siendo generosos. Debajo nuestro vías, alrededor mucha oscuridad. El cordobés es lo que más se escucha. La luz esta prendida por ahora, 12 horas de viaje por delante, la tranquilidad es abrumadora.

Salir disparado para algún lugar es tan simple como hacerlo, simplemente eso. Las vacaciones no llegan rápido, menos sin empleo, pero las oportunidades hay que aprovecharlas. Escapar, una idea muy trágica para un simple viaje turístico de fin de semana. Lo notorio es que hay un tren que rueda y que cruza dos provincias, saliendo de la humeante y absurda Capital Federal en la provincia de Buenos Aires pasa por Santa fe y llega a Córdoba. Lujos de este siglo.

En el coche 502 clase primera en los nuevos trenes argentinos. Sí, alguno rueda aunque parezca mentira. A mano agua caliente y fría de fondo, en los auriculares, suena Almafuerte (Ultimando). Ya son casi las veintiún horas seguimos rodando a pesar de todo. En un poco estaremos pisando suelo santafecino, para llegar a la nueva estación Rosario Norte del antiguo Mitre. Prometieron llegar como primer escollo a las 2:39 de la madrugada, será cierto buen ya lo veremos, por ahora todo normal. Ningún inconveniente.
 
Hablamos de escapar, en realidad es solo un viaje de estudio con un ápice de placer.

Campana dice el cartel, es una estación abandonada, por la que acabamos de pasar, los pasillos, sin movimientos raros, lo normal, a esta hora de la noche. Son las 21 horas , abre el coche comedor, todos queremos comer, ya (solamente sanguchitos a elección desde 50 pesos, una ganga). Seguimos con el titulo de la noche, “Escapar”. Escapar de que, no se sabe, si solo salimos a pasear. Si no sale nada mal, conoceremos distintas aventuras. Hay un lindo itinerario armado por los dos días en tierra cordobesa. Allí hay varios museos: Museo del automóvil Don Iris, un museo de ramos generales, un río, una mediotéca y tecnotéca, mucha buena gente. El pronóstico anuncia un gran día de sol (soleado aclara el meteorólogo, en Buenos Aires, pura lluvia) en Villa Maria, Córdoba.
 
Escapar se traduce en salir de la cueva, conocer otros planetas, ir a otras ciudades y ver una nueva realidad. Salir de la urbe, tomar nuevos aires, conocer tal vez, a alguna cordobesa. Quien sabe, la piedra esta echada, la ruleta gira y las vías siguen avanzando hacia un nuevo lugar. Diez minutos han pasado ya y las lineas siguen avanzando hacía algún lugar que todavía no conocemos.

El tiempo por un minuto se frena, se escucha una tierna vocesita de pocos años, tal vez meses. Ojos clarítos, un matrimonio joven, la dulzura vestida de niña. Al instante siguiente se escucha la voz de un niño, un pequeño de siete años, viene acompañado de su dulce madre y su tierna abuela. Micaela tiene 25 años, es soltera, unos ojos azul grisáceo como de la mayoría de las cordobesas. Peinado estilo “Iorio”, o más para esta zona, “Caligaresco”, una hermosura de mujer. No habla, solo acaricia a su niño y sonríe de costado. Unos ojos perdidos la reciben, a esa sonrisa maliciosa y picaresca, que solo una madre de esa edad y soltera puede esbozar. La pausa se hace eterna, seguimos en la ruta.

Más para este boletín, muchas familias jóvenes, algún que otro anciano, por el fondo del coche se ve descansando un señor que partió desde Rosario y se subió al tren cordobés para seguir de gira. Muchos colores y tonadas, todas huelen a cordobés de pura cepa. Y la sonrisa del turista se agranda cada vez más. Sigue la rutina.



Una pena ser tan indeciso (uno se pregunta apesadumbrado) ya es tiempo de cerrar la charla y la computadora, mejor no. Hay más por contar. Un chiste. No Nada.

La puerta y el cencerro están llamando, son más momentos para acumular. El tren ahora parte de la estación Rosario Norte. La locomotora GM ya dio la vuelta, se acopla al ahora parte delantera y retorna su rumbo. Ahora hacia el oeste, camino a la provincia de Córdoba. Allí el tren recorrerá por un tiempo interminable toda la parte sur de la bota santafecina, sigue el rum rum.


Son las 21:20 el tren se detuvo en el medio de la nada, al margen hay una autopista, un rancho y la duda. Nada, cambió de vías solamente , lo normal.

Se ven ahora casas residenciales, algún que otro rancho que se cruza y mucho más campo por delante. La fila para los dos baños se empieza a notar, ya todos cargaron provisiones en la parada anterior. Mirta y su mercadito casero ofrece al público visitante del andén todo lo que en el tren no hay: café, chocolate, yerba, galletitas, gaseosas y mucha hospitalidad. Una puerta del viejo refugio de la estación esta abierta, allí espera Mirta, una mesa casera, unos estantes de cartón y ella sola con la multitud. Despacha por dos con cincuenta y los turistas chochos.

Rosario como ya dijimos quedó atrás, pasaran luego, Villa Cañáz (el tren hará sonar su bocina como si se aproximara un cruce y continuara el ruedo), Gobernador Galvez, Cañada de Gomez y la provincia de Córdoba.
 

Córdoba es solo campo. Tortugas cordobesas que vienen después de Tortugas santafecinas, Marco Juarez, Belville, Morrison y luego de otros pueblitos y el destino final del escriba, Villa Maria. El tren seguirá hasta Córdoba capital junto a su maravillosa gente cordobesa.

Una historia nueva está por comenzar, la despedida es cruel, cuando queda tela por cortar, pero los cierres siempre son para volver a empezar un nuevo relato. Esto será en la próxima conversación con ustedes: el lector y este escriba.

Adiós y la vuelta será siempre en tren, por si queda alguna duda.





Por Leandro E Sciutto 


Ferroaficionado, seguinos